jueves, 30 de julio de 2009

Los Prats del Cadí (Agosto 2006)


Aun estando de vacaciones con la familia, un matacán siempre encuentra un hueco para hacer alguna ruta, en este caso corta (obligaciones familiares mandan), por aquello de matar el gusanillo.
Así que, aprovechando que andábamos por la bella comarca de la Cerdanya y teniendo a la familia a buen recaudo, realicé una corta pero bonita excursión hasta los prats del cadí partiendo del pueblecito de Estana, donde finaliza la carretera.

Es una ruta que no tiene dificultad alguna por un sendero bien marcado y señalizado, aunque eso sí, en continua ascensión a través de un bello pinar, y que finaliza, tras una hora a buen paso, en un paraje de ensueño, en un prado rodeado de bosques y con el farallón de la Sierra del Cadí al sur.
Una vez que alcanzas este punto tienes dos opciones: echarte sobre la mullida hierba de la pradería compartiendo territorio con los caballos que allí pacían y dejarte ir, o, si dispones de más tiempo (que no era mi caso), ascender por alguna de las rutas que desde ahí empiezan y coronar alguno de los picos que circundan este bello lugar.
En cuanto a fauna salvaje, contabilizar un par de rebecos en la lejanía. Parece que poco a poco se va restableciendo la población de la epidemia de sarna que padeció no hace mucho. Como dato curioso, comentar que desde hace unos años hay unos pocos individuos lobunos por la zona, pero lo curioso del dato es que no provienen de la población castellana que pudiera haber colonizado nuevas zonas al este de sus feudos tradicionales, sino que son individuos que provienen de Italia (Canis lupus italicus), que han colonizado el Parque Nacional de Mercantour, en los Alpes franceses, y desde aquí parece ser que están llegando hasta algunas áreas del pirineo, aunque aún no hay constancia de cría. Parece increíble con las infraestructuras del país vecino que un lobo sea capaz de recorrer 800 kms. salvando todo tipo de obstáculos.
De vuelta en Estana, hay un pequeño bar con una terracita exterior muy agradable con unas vistas impresionantes para paliar la sed y con un pequeño comedor para dar buena cuenta de unas butifarras a la plancha con judías.
Excursión alejada del perfil que busca el Club Matacán, pero que ayuda a sobreponerse del mono que produce la ausencia de las grandes travesías de la cordillera cantábrica.


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