jueves, 23 de julio de 2009

En el último refugio del lobo andaluz (diciembre 2005)

Última excursión del año 2005 del Club Matacán. En esta ocasión, nuestros matacanes (Gran Matacán, Matacán Luis y Matacán Antonio) pusieron rumbo a una de las zonas con más valor natural de Sierra Morena y, por ende, de Andalucía. Nos estamos refiriendo al Parque Natural de Cardeña-Montoro en su límite con el de Andújar, concretamente a la cuenca alta del Río de las Yeguas, que hace de divisoria entre estos dos hermosos parques naturales andaluces, además de límite provincial.
Es ésta una zona de especial valor biológico por tratarse de uno de los últimos refugios de algunas de las especies más emblemáticas de nuestra fauna y que, por desgracia, se encuentran en un estado crítico de conservación. El lobo, el lince y el águila imperial encuentran aquí uno de sus últimos refugios.
Día espléndido de sol en el que pronto empezaron a sobrar todo los pertrechos de abrigo. En cuanto a avistamiento de fauna, tan sólo unas ciervas en la lejanía nos alegraron la vista. Más tarde, de vuelta en Cardeña mientras dábamos buena cuenta de una extraordinaria carrillada de ibérico y de una no menos exquisita caldereta de venao, los lugareños nos confirmaban lo que ya veníamos sospechando: las sucesivas fincas por las que pasábamos ya habían sido monteadas este año. Eso explica, lógicamente, la carestía de reses.

Como hecho más relevante de la jornada hay que destacar el descubrimiento, cómo no, por el Gran Matacán, de un vareto (venado macho joven al que le empieza a despuntar la cuerna) sin vida en un claro junto al camino.

Rápidamente la imaginación echó a volar y más de uno nos imaginamos a una manada de hambrientos lobos dando caza al extenuado cérvido, pues cuando fuimos a inspeccionar al pobre bicho vimos cómo tenía la garganta y parte de la cara totalmente destrozada. ¿Devorada? Un vistazo más exhaustivo del careto del animal, así como los comentarios del caso en el bar del pueblo con los paisanos, nos inclinan a pensar que el animal fue víctima de un furtivo que le descerrajó una posta de cojones a pocos metros de distancia, pues la carnicería era de órdago.

Pero, si es así, ¿por qué dejó al animal muerto y no se lo llevó? Si hubiese sido descubierto por la guardería y obligado el furtivo a huir abandonando el cuerpo, ¿por qué no fue éste recogido por los guardas estando en un lugar bien visible y cerca del camino? De cualquier manera, fuese cual fuese el lance, éste ocurrió esa misma madrugada, pues el animal aún ni olía, conservaba los ojos (las urracas, que son las primeras en descubrir los cadáveres, es lo primero que se comen, que es lo más blandito) y tenía más flexibilidad en sus músculos que un servidor. Así pues, en mi fuero interno, no descarto el ataque del Canis lupus signatus.
Por otro lado, constatar, al igual que en la anterior salida al Parque Natural de los Alcornocales, la necesidad de agua de campos y ríos, pues como el invierno no sea lluvioso mucho nos tememos que el cauce se quede más seco que una mojama, con el drama que eso conlleva para la fauna del lugar y el peligro cierto de un incendio cuando apriete un poco el calor.
Como ya hemos apuntado antes, de vuelta al pueblo no podía faltar esas cervecitas y ese tapeo que tan bien complementan las excursiones del Club Matacán. En esta ocasión el condumio fue sencillamente extraordinario: carrillada, venao y presa, a la altura del extraordinario paraje que nos acogió para nuestra última excursión del año 2005.
Diciembre de 2005.
Matacán Antonio.

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